Lesbianas y Gays Apoyándose en Cusco

6 de marzo de 2012

Iniciar Sesión (Parte 1)

Eran las seis de la tarde y yo estaba saliendo del ICPNAC.
Tenía que verme con alguien en la plaza de Limaqpampa ese momento. Con dificultad atravesé el mar de gente que suele haber entre los pasillos y me abalancé a la puerta de rejas con la mochila casi ahorcándome el cuello. 


Estaba muy apurado… y emocionado.


Mi cita se hacía llamar Pavel y era el perfecto macho. Yo ya me había prendado de él, no sólo por verse guapo en las fotos que compartía sino por la manera en la que se expresaba cuando manteníamos esas largas conversaciones por el chat. Después de una semana, por fin hoy habíamos quedado para conocernos.


Eran las seis y media y nunca se apareció. Con los ánimos muy bajos y después de haberle dado casi mil vueltas a la pequeña plaza, fui y me senté en el paradero como quién se pone a esperar el carro. “A la mierda…” pensé, y me puse los audífonos del mp3.
Treinta minutos después estaba en mi habitación, prendiendo mi ordenador y loggeándome en mi “otra” cuenta de correo.




10.30 pm Pavel inició sesión.
Un solitario zumbido de inicio de sesión me despertó del profundo sueño en el que había caído. Me froté los ojos y comprendí quien era. Rápidamente abrí la ventana de conversación y puse las manos al teclado.
“Oye, me dejaste plantado” escribí, pero al momento borré la oración pensando que se leería cursi.
“Qué fue bro?” borré otra vez.
“Estuve media hora esperando y no apareciste…” delete delete.
(…)
Tras casi dos minutos que me parecieron eternos, finalmente escribí:
“Hola”
Pavel: Hola
Mauricio: Te esperé…
Pavel: Lo siento, tuve algunas cosas que hacer y el tiempo se fue volando
Mauricio: Ya veo, ya será en otra oportunidad. Descuida.
Pavel: Claro, ¿qué haces ahora? Mi departamento está libre.



No lo pensé dos veces.
Salí de casa a las once de la noche. Pavel vivía por la unsaac y tan sólo tuve que caminar un par de cuadras desde dónde vivía, apuré el paso y diez minutos después estaba en lugar que me había indicado.
Saqué el celular y comencé a timbrarle.
Una ventana vecina se encendió. Mi corazón dio un vuelco. Guardé el celular, me arreglé el cabello apuradamente y esperé a que saliera.
La puerta se abrió y apareció, me hizo señas y corrí apurado dentro de la vivienda.
Ya dentro de su modesta sala pude observar mejor a Pavel.
Las fotos no le hacían justicia. Era mucho más guapo y grande en persona. La cara la tenía de patán sexy, luego su metro ochenta de estatura, unos pectorales deliciosamente marcados por un polo blanco sin mangas, unos brazos enormes velludos y un gran paquete resaltando en sus calzoncillos.
No quise subir la mirada.
Finalmente me habló:
-Lo siento, ya estaba en cama – refiriéndose a su nada pudorosa pijama.
-No hay problema
-Bueno, ¿quieres que te sirva algo?
-Un vaso con agua



Nos sentamos en su sala y charlamos. 


Continuará...

1 comentario:

Anónimo dijo...

y la segunda parte?